viernes, diciembre 31, 2004

NOCHE DE PAZ.


Aquella noche en la carretera me hizo darme cuenta de todo, de lo miserable que había sido mi vida, de lo miserable que habías sido conmigo, de cómo había desperdiciado el tiempo en demostrarte tus cualidades halabando un falso Dios que solo me castigaba por venerarlo.
La mayoría de tus amigos me decían, que solo me estaba probando, que como su hijo prodigo, yo estaba a prueba, por que me habría de dar los mejores regalos del mundo.
Esa noche me dio el mejor de todos los regalos.
Aquella noche en la carretera deje de ser estupidó, aquella noche en la carretera comprendí que siempre había sido alguien libre, alguien de un orbe diferente, alguien que solo busca su libertad, y por consecuencia busca la verdad y no se deja engañar por nadie, estaba de regreso a mi lugar.
Después de aquella noche sabia que ya era libre, la sangre de mi cuerpo había lavado mi pecado, los golpes me habían hecho reaccionar, recordé por que había abandonado muchas tonterías y palabras que consolaban a millones de ignorantes, recordé algo que había olvidado: La idea de que los débiles heredaran la tierra es muy dulce pero no es la verdad, los fuertes heredan la tierra, los débiles heredan la mierda.
Que mientras ellos van por la vida alabando a un Mesías misericordioso que les proporciona un pastor para que los guié, cual animales sin razón, yo camino con mis pensamientos lejos de esa mierda.
Aquella noche recibí el mejor de los regalos, me libro de el, por que una vez más se dio cuenta de que no le pertenezco, de que no soy de los pusilánimes que le adoran sin preguntarse nada, aun que eso tenía un precio, cuando el auto me hizo volar por los aires, al caer me di cuenta de que mi I POD estaba roto, con el dolor de mi cuerpo me levante a verlo.
Furioso por ese hecho, revise si encendía, no paso nada, muerto de rabia, empecé a azotarlo en el suelo hasta que se hizo mil pedazos, acto seguido arroje el disco duro a una de las ventanas de los muchos motéeles que rodeaban la carretera, tras esta acción corrí para que no me molestaran por ese cristal.
Con eso me percate de que estaba bien, nada me dolía, de que el hecho de correr no era común para alguien que acababan de atropellar y de que por lo menos tenía los audífonos para salir con mi discman, por fin pude sentir el aire en mi cara, por fin pude decirle a la luna que soy libre, por fin me libre de los mas asqueroso de mi existencia. Sabes bien a que me refiero, esa si fue una verdadera noche de paz.

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