miércoles, diciembre 08, 2004

MUNDO SIN DIOS.


Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad,
por tu gran corazón borra mí falta.
Que mi alma quede limpia de malicia,
purificame de mi pecado.

Pues mí falta yo bien la conozco
y mi pecado está siempre ante mí;
contra ti, contra ti sólo peque,
lo que es malo a tus ojos yo lo hice.
Por eso en tu sentencia tú eres justo,
no hay reproche en el juicio de tus labios.

Tú ves que malo soy de nacimiento,
pecador desde el ceno de mi madre.
Mas tu quieres rectitud de corazón,
y me enseñas en silencio lo que es sabio

Rociame con agua, y quedaré limpio;
lávame y quedare más blanco que la nieve.
Haz que sienta otra vez júbilo y gozo
y que bailen los husos que moliste.

Aparta tu semblante de mis faltas,
borra en mi todo rastro de malicia
crea en mí, oh Dios, un corazón puro
renueva en mi interior un firme espíritu.
No me rechaces lejos de tu rostro
ni me retires tu espíritu santo.
Dame tu salvación que regocija
y que un espíritu noble me de fuerza.

Mostraré tu camino a los que pecan,
a ti se volverán los descarriados.
Librame, oh Dios, de la deuda de sangre,
Dios de mi salvación,
y aclamara mi lengua tu alabanza.

Un sacrificio no te gustaría
ni querrás si te ofrezco un holocausto.
Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré
pues no desdeñaras a un corazón contrito.
Favorece a Sión en tu bondad;
reedifica las murallas de Jerusalén;
entonces te gustarán los sacrificios,
ofrendas y alabanzas que se te deben;
entonces ofrecerán novillos en tu altar.

(Salmo 53)


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