jueves, agosto 21, 2008

Seducción del Inocente

Chaim Witz, Scott Van Zen

Siempre lleva en su correa una Biblia
En su collar bajo su cabeza
Es como una soga alrededor de su cuello
Sus pies con sandalias nunca tocan el suelo
Sus oídos no escuchan ningún sonido
Siempre Seducen al inocente

Todos piensan que siempre hay una razón
Necesitan una razón para llorar
Pero han besando la mano de ese
Hombre por toda la historia , ¿sabes porque?

Si tuvieras que hacerlo todo otra vez
¿Reconocerías el engaño al que te rindes?

El padre luce bien alimentado,
Recuerda lo que el buen libro dijo
Los buitres rondan arriba

Dicen que es algo que te ayudara a pasar la noche
Ellos te cantan los amigos para aclarar tu mente
Siempre Seducen al inocente

Todos piensan que siempre hay una razón
Necesitan una razón para llorar
Pero han besando la mano de ese
Hombre por toda la historia , ¿sabes porque?

Si tuvieras que hacerlo todo otra vez
¿Reconocerías el engaño al que te rindes?

Todos piensan que siempre hay una razón
Necesitan una razón para llorar
Pero han besando la mano de ese
hombre por toda la historia , ¿sabes porque?

lunes, agosto 18, 2008

El inicio

Su voz había surgido desde aquel largo y tormentoso exilio.

Aquel al que se le condeno por no seguir las normas establecidas por aquellos que ven la tristeza, la pena, el dolor y la soledad en el alma ajena.

Todo inicio una noche, una noche rara, una noche que parecía una mañana; había demasiado sol, demasiada luz, demasiadas personas con problemas y prejuicios más grandes que su propia vida. El juicio fue en un gran cuarto blanco, de donde un hombre emergió como un juez y sentencio sin conocer los actos, para él todos éramos culpables sin importar que habíamos hecho, no importaba que muchos de los presentes tuviéramos grandes heridas abiertas, cicatrices que aun no cerraban y otros, con un poco más de fortuna, con el último suspiro de existencia.

Pero nadie era culpable.

Ejecutados con un medicamento letal de engaño, se taparon los ojos para no ver su dolor, lo cubrieron con una servilleta para no sentirlo y agradecieron a la inanición y el desvelo para no poder ver la realidad.

De entro todos, solo uno no pudo conseguir lo que ellos querían, solo la peste acostumbrada a mal dormir y a no comer, conocía ya las alucinaciones que dominaban a los demás.

Desde aquel juicio se le encadeno y no recibió la falsa sonrisa del engaño, fue entonces que le exiliaron, fue entonces que se dio cuenta que había muerto mucho antes de aquel juicio.