miércoles, noviembre 16, 2005

JUDÍO ERRANTE.

Personaje legendario, condenado a la inmortalidad y al movimiento sin descanso, y que, según cuenta la tradición, no posee nunca más de cinco monedas de cobre de que disponer a la vez, pero que encuentra siempre esta mezquina suma en su bolsillo. La leyenda del Judío Errante no se halla en los Evangelios apócrifos, ni en los escritos de los Padres de la Iglesia. Sospechan muchos que se formó en Constantinopla en el siglo IV, época del descubrimiento de la verdadera cruz. De ella se conocen dos versiones principales: la de Oriente, citada en el siglo XIII por Mateo de París, monje de San Albano, que llama al Judío Errante Cartaphilus y le hace portero de Poncio Pilatos; y la de Occidente, más antigua en Europa que la primera, que le da el nombre de Ahseverus y dice que éste ejercía el oficio de zapatero en Jerusalén. Cuéntase, según esta última, que cuando Jesús, llevando sobre sus hombros el madero de la cruz, pasó por delante del taller de Ahseverus, los soldados que conducían a la víctima al Calvario, movidos a piedad, rogaron al artesano que lo dejara descansar algunos instantes en el zaguán de su casa. Ahseverus o Ahsevero no accedió a su súplica, y dirigiéndose a Jesús le [251] dijo: «¡Anda!» «También tú andarás,» le respondió con dulzura el sublime mártir; «recorrerás toda la Tierra hasta la consumación de los siglos, y cuando tu planta fatigada quiera detenerse, esa terrible palabra que has pronunciado te obligará a ponerte en marcha de nuevo.» Desde el día siguiente, Ahseverus, movido por una fuerza sobrenatural, debió, para cumplir el decreto divino, comenzar su interminable viaje.

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